No hay semejante a Ti

«Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste,
Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? »

« E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás» (Salmo 50: 15) Él oye nuestros clamores: «Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros,

No es posible contarlos ante ti» (Psaume 40: 5). Dios nos da su gracia. Debemos ser agradecidos. Un hijo de Dios no debe estar en la deseperación. Cuando todo va mal, piensa en lo que hizo Dios por ti. Cada vez que te sientes débil, y que alzas los ojos hacia Él, te socorre. « Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová » (Salmo 34: 19). Dios tiene pensamientos de paz acerca de nosotros. Aunque veas que no hay salida, siempre habrá una salida porque Dios abrirá la puerta. «De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso» (Romanos 3: 4). Cuando Dios dice algo, lo hace. Este Dios es todo para nosotros. Él es el Alfa y el Omega. Para ser Dios, hace falta adoradores porque sin adoradores no hay divinidad. Dios no puede existir sin la creación. Dios creó a los adoradores… antes que Él, no hubo nada y después de Él, tampoco habrá nada. Él es único. «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? » (Romanos 8: 31). Todo subsite en Él. « Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan» (Santiago 2: 19). Si eres un hijo de Dios, debes saber el proyecto que Dios tiene por ti.

Salmo 40 / Salmo 23

Poco importa la situación en la que te encuentras, tienes una seguridad: Dios está contigo. Si tienes la certeza de ello, entonces, poco importa la situación en la que te encuentras. El diablo hace mucho ruido a tu alrededor para desviar tu atención. Sabe que si oyes esta Palabra y que crees en Ella, entonces, ya no podrá nada contra ti. Sobre la tierra, habrá siempre problemas pero Dios te coloca encima de ellos porque Cristo es la solución a todos tus problemas.

La mujer enferma de flujo de sangre había hecho todo, había consultado a todos los médicos, estaba desesperada. Vio a Jesús llegar y entendió y creyó que aquél era la solución a su problema. Cuando la multitud tuvo hambre, los discípulos se preocuparon pero con solo un poco de pan y unos cuantos pescados, la dio de comer. Cuando miraban a Jesús, veían a un hombre. Si parases tu mirada solo sobre el hombre, no verías nada. Necesitábamos a un pariente redentor, es decir, de la misma familia, del mismo linaje.  Si Jesús no fuera hombre al 100%, no podría ser nuestro redentor. Satanás y los demonios no entendieron eso. Ellos veían solo a un hombre, y pensaron haberle dominado.

Pero en Jesús estaba toda la sabiduría, era el Dios poderoso. Jesús sintió el cansancio, lloró. Nuestro Dios es vivo y sigue hablando. No había parecer en Él, ni hermosura, pero aquella mujer fue a Él. Ella ya no podía más, ya no había salida para ella. Ni siquiera podía acercarse del Sanedrín en esa condición; estaba abandonada. En Dios, no existe el azar, Jesús debería pasar por allí. «Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Romanos 8: 29). Si Dios nos predestinó, es cierto que ha previsto situaciones para nosotros en nuestro camino. Dios sabía que aquella mujer se encontraría allí. Habían llevado a Bartimeo a aquel lugar. ¿Por qué aquel lugar? Porque Jesús debería pasar por allí. «He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí» (Salmo 40: 7). « De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente » (Juan 5: 19)

Las almas que Jesús iba a salvar deberían ponerse sobre el camino por el cual iba. Jesús iba por el camino, y en ese momento, Zaqueo corrió para subir al sicomoro. Zaqueo había de ponerse allí para encontrar a Jesús. Si la mujer enferma de flujo de sangre no se encontraba en aquel lugar, entonces, no hubiera ser sanada. Nosotros no hemos buscado a Jesús pero nos colocó en el lugar que era necesario para encontrarle. « Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios » (Romanos 8: 14). Fue Dios quien guió al pueblo de Israel al mar rojo; si fuera otro, el mar no se hubiera abierto. Cuando Jesús hubo acabado de dar gracias por los panes, los discípulos los repartieron. Solo hay que confiar en Dios y tener fe en lo que Él puede hacer. Lo que Dios espera de ti, es que hagas lo que Él te dice pero no en lo que la gente dice. Antes de que existiera esa gente, ya existía la Palabra. No puedo confiar en una persona sino solo en la Palabra. Un niño no pude explicar a su madre cómo él vino al mundo porque quien le vio nacer es ella. Satanás no te puede explicar las cosas, sino sólo Dios, y Le recibes por revelación.

Aunque los tiempos se pongan difíciles, no abandonéis a Dios y a su Palabra. Debemos tener la comunión, y es eso que satanás está combatiendo; es por eso que nos encontramos en la situación actual.

2 Pedro 1: 3-7

El amor fraternal es algo muy importante. «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13: 35). «Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro» (1 Pedro 1: 22). El día de pentecostal, cuando descendió el Espíritu Santo, la naturaleza de Dios fue manifestada. Dios es amor. «¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! » (Salmo 133:1)

1 Pedro 1: 22-23

Debemos ser conformes a la imagen de Cristo.

Romanos 8: 28-29

Para tener ese amor fraternal no fingido, hay que recibir la Palabra pura que transforma al hombre. Debemos ser partícipes de la naturaleza divina, es decir que nos convertimos en divinos. Dios nos da eso por su Palabra. La mujer enferma del flujo de sangre ya no tenía esperanzas. Cuando todo parece oscuro, solo Jesús puede iluminarnos. Nada es difícil para Él.

Romanos 8: 30

Justificados, esto es, Dios ya no se acuerda de nuestros pecados. « Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz » (Colosenses 2: 14). La sangre de Cristo nuestro Señor es eficaz. El perdón fue obtenido porque Cristo ha muerto por nuestros pecados.

Hechos 15: 1-5

Estos también eran creyentes. La religión se queda siempre allí, inmóvil. Se habían agarrado a la ley de Moisés pero ya no estamos bajo la ley pero bajo la gracia. Necesitamos volver al don gratuito de Dios pero no agarrarnos a la santidad que nos hemos fabricado. Somos justificados por el Justo, Jesucristo.

Romanos 8: 30-31 / Gálatas 2: 16

Todo se obtiene por la gracia para que nadie pueda glorificarse. Debemos ser misericordiosos los unos con los otros. Si no eres misericordioso y que juzgas y condenas a todo el mundo, y que te ves justo, entonces, hay un problema con tu salvación.

Philipenses 2: 1-2

Hay momentos en que te olvidas para tener un impulso para los demás. La victoria, la tenemos, permaneciendo en la Palabra de Dios. Dios no estaba obligado a entregar a su hijo en sacrificio. El sacrificio es tan perfecto. En el templo, había el patio, el lugar santo y el santísimo. Moisés había hecho eso conforme a lo Dios le ordenó. El lugar santísimo es donde aparecía Dios. Solo el sumo sacerdote podía entrar en ese lugar. El primer sumo sacerdote era según el orden de Aarón pero Jesús es el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. El Rey de Salem es el orden divino. Debemos ser concientes de lo que hizo Dios. El velo del templo se rompió cuando Jesúa expiró. Solo lo perfecto entra en el lugar santísimo. Respecto del problema del pecado, Dios hizo todo hasta los pequeños detalles. Tú no puedes hacer nada, un hombre no puede hacer nada. « Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo» (Hebreos 10: 5).

 

Hebreos 10: 1-4

La salvación solo es en Jesús.

Hechos 4: 5-12

Cada cosa en su sitio. Cristo en el primer lugar.

Hechos 10: 39-43

Dios ordena predicar pero no repetir lo que dijo otro. Dios da ministerios pero no existe un ministerio de loros. Predicar, no es ponerse delante y buscar el honor. Pero cuando predicas la Palabra, cuando Dios te manda, entonces, firmas tu condena. Satanás te perseguirá.

Hebreos 10: 4-8

El verdadero predicador busca la voluntad del Señor. Si buscas la fe, te odiarán siempre. Hay muchos loros hoy. Pero cuando predicas la Palabra según la voluntad de Dios, pues, te odian, como a Miqueas. Los 400 profetas hicieron el loro, todos dijeron lo mismo y Miqueas estaba solo, le odiaban. El mismo demonio está presente hoy. Incluso el profeta que elevan hoy, ha sido odiado en su tiempo porque se aferraba a la Palabra de Dios. Debemos predicar la Palabra en toda su verdad sin compromiso, debemos predicar la Palabra en toda su verdad. No estamos aquí para buscar una buena impresión ante la gente sino ante dios.

Hebreos 10: 8-22

Debemos conocer a Dios, saber lo que desea. No podemos tener más conocimiento que Dios. Nosotros, estábamos en Él. Siempre debemos tener esa llama en nosotos. Esta tierra no es nuestra casa. Dios te debe revelar su voluntad. Los ministerios son necesarios. Mirad cómo Pablo coge esa escritura en los Salmos y la explica, y la pone así a la luz.

Santificar, eso significa que somos santos. Para Dios, ya he alcanzado la perfección. Por medio de la santificación, alcanzo la perfección. Has sido escogido para eso, es eso la elección, la predestinación. Satanás podrá hacer todo lo quiera, pero tú, alcanzarás la perfección. Queremos ir a casa. El versículo 17 va en contra de lo confesionario hecho por los católicos. Ha venido Jesús para librar a los cautivos. Los hombres hacen de ti un cautivo para dominarte.

Hebreos 9: 11-26

« Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes » (Efesios 6: 12). Jesús debería venir para restaurar todo lo que fue robado desde la caída de Adán, por eso se a Jesús, le llaman el último Adán. « Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra » (Mateo 28: 18). Así pues, Satanás ya no tiene potestad.

1 Juan 3: 1-10

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